El domingo 7 de mayo quedará anotado en los registros históricos de la política chilena. No es que se haya producido un gran hito, pero sí se puede establecer que se trató de una votación que posiblemente marque un antes y un después. Sí, suena cliché y repetido, pero no se puede decir menos cuando la extrema derecha, reflejada en el Partido Republicano (PR), obtiene una tremenda victoria electoral.
Raimundo Gregoire Delaunoy | 9 de mayo de 2023
Los resultados no fueron sorpresivos, ya que se espera el triunfo de los republicanos, pero lo que sí llamó la atención fue la cantidad de votos recibidos. Es así que gracias a los 3.468.258 de sufragios concentraron el 35,41% del total. Las cifras adquieren aún más relevancia si se compara con los números de otras colectividades. Es así que el segundo partido más votado fue la Unión Demócrata Independiente (UDI), pero con apenas 867.696 votos, equivalente al 8,86% del total. Como se puede ver, el Partido Republicano superó en más de cuatro veces a su más cercano seguidor. Por si fuese poco, el PR se impuso en 15 de las 16 regiones del país. Al respecto, solo en Aysén no vencieron los republicanos, pero aquella fue la región con menor participación (70,65%).
Si se trata de números, el éxito de los republicanos se consolidó con el número de cupos obtenidos en el Consejo Constitucional. De los 50 que estaban en disputa, el Partido Republicano se quedó con 23, dejando más atrás a la coalición oficialista, Unidad para Chile, y al conglomerado de oposición, Chile Seguro, con 16 y 11, respectivamente. Esto significa que la derecha y la extrema derecha totalizan 34 escaños. De esta forma, ambos sectores suman más del quórum de 3/5, con lo cual podrán sumar normas al texto redactado por la Comisión de Expertos. Aún más, el Partido Republicano será el único con derecho a veto (quórum de 2/5) y el pacto de izquierda (Unidad para Chile) ni siquiera tendrá esa opción, así que su presencia será más bien secundaria, pero no por eso irrelevante.
Desglosando los asientos por partido, los republicanos vuelven a imponerse (22), siendo secundados por la UDI (6), el Partido Socialista (6), Convergencia Social (4), Renovación Nacional (4), Revolución Democrática (4), Partido Comunista (2) y Evópoli (1). Además, los independientes sin pacto tendrán un escaño, misma situación para los independientes de los pueblos indígenas, quienes tenían un cupo reservado.
Finalmente, el Partido Republicano se convirtió en el partido más votado en una elección (dejando fuera las presidenciales) desde el regreso a la democracia. Dicho honor lo tenía la Democracia Cristiana, que en las municipales de 1992 obtuvo el 30,88% de las preferencias.
El hito obtenido por la derecha
Desde el retorno de la democracia, la derecha nunca había logrado sacar más del 50% de los votos en elecciones que no fuesen presidenciales. Esta barrera se rompió en la votación del Consejo Constitucional, pues el PR y Chile Seguro sumaron el 56,48% de los votos. Si a eso se sumaran los sufragios ganados por el Partido de la Gente, la cifra llegaría a 61,96%.
Tendencias que se consolidan
Los resultados confirman algunos procesos, que venían desarrollándose antes de las elecciones para el Consejo Constitucional, y también abren la puerta a nuevos caminos. Dentro de lo primero, se puede mencionar que la polarización sigue ganando fuerzas. De hecho, el Partido Republicano y Unidad para Chile sacaron el 35,41% y 28,59% de los sufragios, sumando el 64%. A la inversa, Chile Seguro y Todo por Chile llegaron apenas al 30,02%.
Relacionado con lo anterior, se puede afirmar que la centro-izquierda ha sido atomizada. No solo porque la coalición formada por el Partido Radical, Partido por la Democracia y Democracia Cristiana alcanzó menos del 10% (8,95%), sino que por el hecho que ninguno de sus partidos pasó la barrera del 4%.
En la misma línea, se confirma que los partidos políticos tradicionales siguen bajando. Es así que ninguno de ellos fue capaz de superar el 10% de los votos. En este sentido, se debe destacar el resultado del Partido Comunista, que es la excepción a la regla, ya que sacó más votos que su promedio histórico durante los últimos diez, 15 o 20 años. Tanto así, que fue el tercer partido más votado y quedando muy cerca de la UDI.
En cuanto al resultado en sí mismo, queda en evidencia que el Partido Republicano es la principal fuerza política y que junto a la derecha tradicional dominarán el Consejo Constitucional. Sobre este asunto, se consolida la teoría de la política pendular de los últimos años.
Por último, no se debe olvidar que ninguna de las victorias de este último ciclo electoral ha significado que el vencedor estaba consolidado y el perdedor absolutamente derrotado. Al contrario, el país ha sido testigo de cómo han cambiado, en forma radical, los resultados electorales.
La despedida de los dinosaurios
El auga del Frente Amplio se puede explicar, entre otros factores, por la presencia de caras nuevas y políticos más jóvenes. Aquello ha sido captado por otros partidos tradicionales, los cuales han intentado renovar sus filas. Esta tendencia se confirma con los resultados obtenidos por emblemáticos nombres que han marcado la agenda política desde el regreso de la democracia. Al respecto, cabe recordar que Andrés Palma (67 años), Sadi Melo (68), Marcelo Schilling (73), Jaime Ravinet (76), Mario Ríos (78), Aldo Bernucci (79), Sergio Bitar (82), Ricardo Núñez (83), Carmen Frei (84) y Andrés Zaldívar (87) no lograron ser elegidos y, peor aún, algunos de ellos sumaron un nuevo revés en su historial.
¿Poco interés en el proceso?
A pesar de que el voto es obligatorio, la tasa de participación fue de 84,87%. A nivel nacional, 79 de las 346 comunas superaron el umbral del 90%, mientras que ninguna bajó del 70%. Más allá de estas cifras, es evidente que hubo un desencanto. Primero, por lo mencionado previamente, es decir, cerca de 2.300.000 votantes no ejercieron su derecho. Segundo, porque los nulos (16,98%) y blancos (4,56%) totalizaron 21,54%, es decir, más de un quinto del total de votos. De esta forma, los nulos recibieron más adhesión que cualquier partido político, salvo los republicanos.
Esto se podría explicar por el hastío del proceso constitucional, algo que tiene lógica si se toma en cuenta que en los últimos sondeos realizados por Cadem, apenas un 3% de los encuestados consideraba que la nueva constitución es un tema prioritario.
Derrotas emblemáticas…..
En la comuna de Ñuñoa, el Partido Republicano obtuvo el 24,29% de los votos, consiguiendo un escaño. A su vez, Chile seguro sumó el 24,66%, con lo cual la derecha y extrema derecha totalizaron casi el 50% de las preferencias. En paralelo, Unidad para Chile llegó al 39,2%, dejando en claro que, aunque se quedó con dos cupos, fue una dolorosa derrota en uno de sus feudos electorales.
Lo mismo se puede decir sobre la Región de Valparaíso, donde el PR le ganó el gallito al oficiamos, ya que alcanzó el 37,22% de los votos, superando por un estrecho margen a los “dueños de casa”, que debieron resignarse a llegar en segundo lugar, gracias al 35,26% de los sufragios.
…..y triunfos esperados
Tal cual se suponía, el Partido Republicano tuvo una gran votación (41,23%) en la Región de Tarapacá, donde se ha producido un gran problema por el flujo migratorio y, especialmente, por aquellas personas que ingresan en forma ilegal al país. Si se agregan los sufragios obtenidos por Chile Seguro y el Partido de la Gente, la cantidad llega a cerca del 70% de los votos.
Misma situación se vivió en las regiones del Biobío y la Araucanía, donde se impuso el Partido Republicano. Al igual que en Tarapacá, Chile Seguro quedó en el segundo lugar, confirmando a la Araucanía como un feudo de la derecha y demostrando que los ataques terroristas le pasaron la cuenta al gobierno.
Paridad genérica: ¿debe ser revisada?
Hubo seis ganadores que debieron ceder su lugar a quienes no lograron la cantidad de votos necesaria para acceder al Consejo Constitucional. El caso de Juan Sutil fue emblemático, pues superó el 13%, pero debió ser reemplazado por una mujer que había obtenido menos del 2%.
Es bueno que haya paridad genérica, pero tal vez sería mejor que se asegure que haya un igual número de candidaturas por sexo, pero que quienes obtengan más votos sean los que ganen los cupos de cualquier órgano nacional. Esto último sería lo más democrático.
El voto obligatorio como un reflejo más ajustado a la realidad
Desde que se volvió a usar la modalidad de voto obligatorio, no solo aumentó la tasa de participación, sino que también cambiaron los resultados electorales. Algunos creen que mucha gente desencantada o que no le da tanta importancia a la política tuvo que votar. En este grupo habría un mayor porcentaje de votantes que adhieren a la derecha o centro-derecha y esto explicaría las modificaciones del mapa político chileno. En paralelo, otros plantean que, al ser obligatorio el voto, mucha gente va y votar por cualquier candidato o, simplemente, castiga al gobierno de turno. Finalmente, también se ha sugerido que el voto voluntario tapaba la realidad del país, es decir, que el electorado tiene más gente de derecha de lo que se pensaba.
Lo concreto es que, sea cual sea el caso, el voto obligatorio permite que la tasa de participación sea mucho más alta y, por ende, los resultados electorales tendrían más legitimidad.
Conclusiones
Habrá que negociar en el Consejo Constitucional, ya que fuera del Partido Republicano, sólo la Comisión de Expertos y la Comisión de Armonización serán los únicos que podrán vetar. Esto significa que los demás participantes estarán obligados a dialogar y llegar a consensos. Si cada cual opta por la política de trincheras, el gran beneficiado será el Partido Republicano, lo cual, al menos a priori, podría ser un retroceso para el proceso constitucional. Esto último, pues es fundamental que se apruebe una nueva versión de la Constitución Política de Chile. En caso contrario, el proceso constitucional podría llegar a su fin, pues resulta poco probable que el país asuma los costos, en todo sentido, de una tercera vía. En resumen, si priman las posturas extremas, como la que se vio en la Convención Constitucional, podría suceder que, tras una serie de cambios, finalmente todo termine en el mismo punto de partida. La pregunta es si realmente habrá un boicot por parte de la izquierda radicalizada y los republicanos.
Es probable que haya algunos cambios en el gobierno, ya que la derrota en la elección del Consejo Constitucional es un nuevo traspié para el oficialismo. Aparte de esto, algunos partidos podrían presionar para que el resultado electoral se refleje en la composición gubernamental y, por ende, pidan más protagonismo. Es el caso, por ejemplo, del Partido Comunista, que fue el más votado de Unidad para Chile y que incluso superó al Partido Socialista. Además, sabiendo que el vínculo con el PPD ha estado bastante tenso -lo cual se consolidó con la decisión del PPD de ir en una lista aparte con la DC y el PR-, quizás podría haber una pasada de cuenta, especialmente luego que el PPD obtuviese menos votación que el PC, PS, Convergencia Social y Revolución Democrática.
En cuanto al nuevo mapa político, en la derecha no debería haber grandes transformaciones, salvo un eventual fortalecimiento de Chile Seguro, coalición que deberá decidir si opta por una línea dura (acorde al contexto actual y a los réditos electorales del PR) o se la juega por convertirse en un conglomerado de centro-derecha o “derecha moderna”. De todas maneras, el rol de la UDI podría ser algo perjudicial, pero habrá que ver cuánto pesan ciertos liderazgos, como el de Javiera Macaya. Mientras, en la otra vereda, Todo por Chile deberá definir si mantiene su apuesta y conforma un bloque de centro-izquierda, a pesar que esto le signifique, en un primer momento, quedar fuera del poder, o si da marcha atrás y negocio para sumarse a las filas del gobierno. Esto último no parece descabellado, ya que, aunque no lo digan en público, el oficialismo entiende que necesita hacer más que simples guiños hacia la centro-izquierda. Su gobernabilidad está en juego y para eso tendrá que seguir acercándose al socialismo democrático y mejorar los vínculos con el PPD, la DC y el Partido Radical. En caso que Todo por Chile opte por tomar su propio camino y arme su proyecto político, posicionándose como la nueva centro-izquierda, la tremenda derrota sufrida en la elección del Consejo Constitucional tendría sentido.
Relacionado con lo anterior, el gobierno seguirá entrampado entre el “ala dura”, conformada por el PC y el Frente Amplio, y el “ala blanda”, integrada por el socialismo democrático y, principalmente, por el PS. Este tira y afloja entre ambos sectores ha sido uno de los grandes problemas del oficialismo, lo cual quedó demostrado, por ejemplo, con la recientemente creada Ley Naín-Retamal. Esta permanente tensión ha dejado al gobierno contra las cuerdas y por momentos parece que no tuviese rumbo fijo. Peor aún, en varias ocasiones se han producido declaraciones contradictorias entre ministros, dejando en claro que mientras algunos plantean algo, otros dicen lo contrario. El espinoso asunto de las isapres, la lucha contra la delincuencia, la explotación del litio y el fenómeno migratorio son cuatro casos emblemáticos sobre lo mencionado previamente.
En cuanto al Partido Republicano, éste ha dicho que la actual Constitución está bien y que sólo realizaría algunos cambios. Al respecto, es muy probable que los republicanos tengan cierto pragmatismo en el Consejo Constitucional, pero posiblemente no transen en los temas valóricos como el aborto, el matrimonio homosexual y legalización de la marihuana, entre otros.
Habrá que ver cómo será la convivencia entre Chile Seguro (Evópoli, RN y UDI) y los republicanos. Si bien ambos son opositores al actual gobierno y promovieron el rechazo en el pasado plebiscito constitucional, hay diferencias entre ellos, especialmente si se trata de los partidos que, en teoría, tienen disposición a negociar con la centro-izquierda y el Partido Socialista. Además, los tres partidos de Chile Seguro firmaron el Acuerdo de Unidad Nacional de 2019 y varios de sus parlamentarios y líderes han repetido que no van a boicotear el proceso y que cumplirán con lo pactado (crear una nueva constitución).
Por último, pensando en las elecciones de 2024 (legislativas) y 2025 (presidenciales), la derecha queda en muy buen pie, pues entre el Partido Republicano, Chile Seguro y el Partido de la Gente, que suele estar asociado a la centro-derecha, suman el 61,95% de las preferencias. En la otra vereda, Unidad para Chile más Todo por Chile (PPD, PR y DC) llegan apenas al 37,54% de los votos. Incluso si los sufragios del PDG pasaran a la izquierda, cosa poco probable, la derecha y extrema derecha sumarían cerca del 56%. De todas formas, no se debe olvidar la tendencia pendular, así que este triunfo momentáneo podría ser muy corto, tal cual le pasó a la Lista del Pueblo y a Apruebo Dignidad. En resumen, así como el triunfo de Gabriel Boric en la segunda vuelta de la elección presidencial podría ser efímero y debido a una serie de factores, lo mismo se podría decir respecto de la reciente victoria del Partido Republicano. Votar por un candidato o un partido no significa, necesariamente, adherir a sus propuestas. De hecho, puede ser un simple voto de protesta, algo que, a priori, parece ser la principal tendencia en las últimas elecciones realizadas en Chile.