Como ya es tradición, las elecciones presidenciales francesas estuvieron marcadas por la transparencia, la tranquilidad y el orden cívico. Eso sí, a diferencia de 2007 y tras 17 años fuera del poder, el Partido Socialista obtuvo un indiscutible triunfo. Sin embargo, el socialismo galo no la tendrá fácil, pues enfrentará una serie de situaciones adversas y deberá moverse en un contexto algo hostil respecto a las dos principales fuerzas políticas del país.
Raimundo Gregoire Delaunoy | 8 de mayo, 2012
Ni Hollande, ni Sarkozy, una diseminación a tomar en cuenta
La definición de la segunda vuelta fue muy estrecha y una prueba de ello es la diferencia de apenas 1.200.000 votos aproximadamente. En términos porcentuales, Nicolas Sarkozy llego al 48.38% y François Hollande se impuso con el 51.62%. En cuanto a la abstención, esta fue de 19.66%.
Al respecto, estos datos deben ser analizados en base a lo acontecido en la primera vuelta, que es donde el electorado francés dio a conocer su primera opción presidencial. Retornando a lo estrictamente estadístico, Hollande ganó con el 28.63%. Más atrás quedaron Sarkozy (27.18%), Marine Le Pen (17.90%), Jean-Luc Mélenchon (11.10%), François Bayrou (9.13%), Eva Joly (2.31%), Nicolas Dupont-Aignan (1.79%), Philippe Poutou (1.15%), Nathalie Arthaud (0.56%) y Jacques Cheminade (0.25%).
Como se puede ver, la ultraderecha y la izquierda radical sumaron, en conjunto, el 29% de las preferencias de la primera vuelta, es decir, el voto de castigo hacia Sarkozy y Hollande fue bastante alto. Si a eso se suma lo del centrista Bayrou, los números son aún más contundentes. Resumiendo, poco menos del 45% de los votantes de la primera vuelta no tenía como prioridad a alguno de los candidatos que llegaron al balotaje.
Y esto último no es un mero dato estadístico, sino que una realidad del mapa político francés. Así es que el nuevo presidente tendrá que lidiar con este contexto, en el cual François Hollande puede estar contento por el triunfo, pero no tranquilo. Siendo realista, la victoria no ha sido del Partido Socialista, sino que de los sectores que buscan un cambio profundo en la política gala, o sea, el Frente Nacional (FN) y la izquierda dura.
Por eso, la gran meta de todos los componentes políticos debiesen ser las próximas elecciones legislativas, en las cuales se espera que la Unión por el Movimiento Popular (UMP) repita, en cierta medida, el descalabro vivido en las cantonales. ¿Qué ocurrirá con el Partido Socialista?, ¿y el Frente Nacional? No sería extraño que el FN logre nuevos records de apoyo. Preocupante, pero es la realidad de hoy.
La difícil situación económica de Francia
La deuda pública llega al 86% del Producto Interno Bruto (PIB) –en 2007 era el 63.90%-, la cesantía ronda el 10% y la tasa de crecimiento económico es cercano al 0.2%. Nicolas Sarkozy pudo enfrentar con cierta solvencia la crisis financiera, pero a pesar de eso no pudo evitar dejar al país con alrededor de un millón más de cesantes (en comparación al inicio de su período).
La industria francesa tiene la gran virtud de ser bastante diversa y eso le he permitido generar el flujo necesario para, al menos, no caer en el estancamiento, pero, en paralelo, Francia posee el estado de bienestar más costoso de toda Europa (56% del PIB y por sobre la media de la OCDE).
¿Algo más? Sí, pues su mercado y su Economía pierden cada vez más competitividad y, por si fuera poco, el déficit público es del 5.2%.
Son cifras que alertan y, por lo mismo, cabe preguntarse cómo hará François Hollande, por ejemplo, para generar los 60.000 nuevos empleos prometidos a los profesores. El reto de la Educación es uno de los grandes hitos en Francia, ya que el nivel educacional ha bajado y una demostración de ello es que sus universidades ya no aparecen dentro de las mejores del mundo (sólo hay dos entre las 100 primeras, ocupando los lugares 33 y 36).
Un nuevo camino europeo: el fin de Merkelzy
Nicolas Sarkozy fue el gran aliado de Angela Merkel en medio de la crisis económica de la Unión Europea (UE). Sin embargo, la dupla franco-alemana podría llegar a su fin ante el ascenso de François Hollande a la presidencia francesa.
Así como Merkel fue enfática en decir que el pacto fiscal no será revisado, Hollande expresó que no se sumará al acuerdo existente y que, de hecho, tiene que ser analizado y modificado. Esto último, pues el recientemente electo mandatario galo prefiere generar movimiento y activar la Economía en vez de seguir con los planes de austeridad promovidos por la canciller germana.
Este punto será, seguramente, el gran tira y afloja de Alemania y Francia, algo que podría tener fuertes implicancias para el resto de los países de la zona euro y, por supuesto, para los miembros de la UE.
Algo que también debe ser observado con atención es el proteccionismo que intentará implementar Hollande en la industria agrícola y pesquera. De hecho, el socialista ya anunció en su programa que debiese haber una revisión de la Política Agraria Común (PAC).
Por último, y más allá de las precisiones económicas, François Hollande podría (y debería) modificar el actual liderazgo de la UE, dominado, casi sin contrapeso, por el autoritarismo de Angela Merkel. Francia querrá recuperar su histórico rol de líder y, en este sentido, posiblemente intente desmarcarse de ciertas propuestas realizadas por Alemania.
Y a no olvidar la fuerte presión que ejercerán Marine Le Pen y Jean-Luc Mélenchon, quienes han propuesto –con diferentes matices, pero con un objetivo bastante similar- una mirada hacia adentro y un alejamiento de la Unión Europea.
Inmigración e Islam
La Islamofobia y la situación de los inmigrantes fue un importante tema durante la campaña de las presidenciales. Ahora, en el poder, François Hollande deberá ser muy cauto. Primero, para no atribular aún más a la ya alicaída situación económica del país. Segundo, para cumplir sus promesas (incluyendo el derecho a voto para los extranjeros legales residentes en Francia). Tercero y último, para manejar con habilidad el tema en el Parlamento, ya que el FN será un duro rival en temas de inmigración.
Queda la impresión que el nuevo presidente francés tendrá una política migratoria y social bastante más controlada o cerrada respecto a otros gobiernos socialistas del último tiempo como, por ejemplo, el de José Luis Rodríguez Zapatero en España.
La política exterior
Turquía, Palestina, el Mediterráneo, Afganistán, el Magreb y África subsahariana aparecen como temas de gran relevancia para Francia, aunque algunos de estos tópicos (como el Magreb y Turquía) no aparecieron en la campaña presidencial.
Bajo el alero de François Hollande, Francia reconocerá a Palestina como un estado (al menos así lo puso en su programa) y debiese producirse un acercamiento con Turquía, país al cual Francia históricamente ha dado su apoyo en el proceso de adhesión a la UE y que sólo bajo Sarkozy cambió a una dirección contraria.
Hollande también espera retirar las tropas de Afganistán (de aquí a fines de 2012) y, supuestamente, pondrá fin a la Françafrique, para a partir de ahora establecer nexos transparentes y de igual a igual con los países africanos.
Por último, habrá que ver que hará en relación al fantasmagórico proyecto del Proceso de Barcelona: Unión por el Mediterráneo (que en realidad nació muerto), aunque, de momento, este asunto no parecer ser prioritario para Hollande. Lo que si debiese ser importante es la relación con el Magreb y, en este sentido, es probable que Francia estreche sus relaciones con Argelia, algo que podría perjudicar a Marruecos.
Raimundo Gregoire Delaunoy
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Fotografía: Aude Guerrucci (Licencia Creative Commons)