El próximo 22 de abril se llevarán a cabo las elecciones presidenciales francesas, tras la cual se sabrá si el centroderechista Nicolas Sarkozy tendrá un segundo mandato o si el socialismo logrará retomar el poder.
Raimundo Gregoire Delaunoy | 13 de marzo, 2012
Al respecto, cabe consignar que el escenario no es el mismo de los últimos comicios presidenciales –por más que algunas tendencias en la intención de voto se repitan- y que uno de los grandes dilemas (para la izquierda) es cómo conseguir la victoria, siendo que los sondeos previos le dan más del 50% de los votos a la centroderecha, derecha y ultraderecha francesa.
Según la última encuesta, realizada por Ifop, François Hollande –candidato del Partido Socialista- ganaría la primera vuelta con un 29% de apoyo. Tras él quedaría el actual presidente (Sarkozy), que llegaría al 27% del total de preferencias. La nacionalista y ultraderechista Marine Le Pen obtendría el 17% y más atrás quedarían el centrista François Bayrou (11.5%) y el izquierdista Jean-Luc Mélenchon (9.5%).
En una hipotética segunda vuelta, Hollande ganaría con el 55%, dejando a Sarkozy con sólo el 45% -cifra que puede considerarse positiva para el actual presidente, ya que hace un tiempo los sondeos , lo cual suena contradictorio si se toma en cuenta que la suma de votos (en la primera vuelta) le daría un 55.5% a la centroderecha, la derecha y la ultraderecha unidas. Las cifras mencionadas no varían mucho en los diversos sondeos que se han realizado en las últimas semanas.
En este sentido, es importante destacar que cerca del 40% de los encuestados reconoció no tener claro aún por quién votará. Además, es muy probable que haya una importante fuga de votos desde los seguidores de Bayrou hacia Hollande. ¿Por qué? Simplemente, pues algunos de ellos no están dispuestos a ver un nuevo mandato del actual presidente galo.
¿Existe la posibilidad que seguidores de la ultraderecha opten por el candidato socialista en un hipotético balotaje? Nunca se puede asegurar algo, pero salvo excepciones aquello no debiese ser el natural proceso. Mucho más razonable y probable es que de aquí a mayo Le Pen pierda una importante cantidad de preferencias ante la fuerte irrupción de Mélenchon, que ha tenido un gran progreso. Tanto así, que el postulante izquierdista superó, hace algunos días, la barrera histórica del 10%, lo cual confirma que su apoyo va en franco ascenso.
Jean-Luc Mélenchon ha tenido un discurso inteligente y estratégico, el cual le ha significado ganar muchos votos en los sectores más pobres de la sociedad. Estos últimos solían simpatizar con Marine Le Pen, pero el hábil Mélenchon les ha recordado que “nosotros somos los que hemos luchado, históricamente, por los pobres y no la ultraderecha”.
La teoría del avance de Mélenchon adquiere mayor potencia si se toma en cuenta que hace un año las encuestas le daban entre un 20% y un 24% a la candidata ultraderechista, mientras que Mélenchon sólo recibía entre un 4% y 5%.
En junio de 2011, Hollande ya lideraba con un 26.5%, en tanto que Sarkozy y Le Pen (20.5%) luchaban por el segundo puesto. Mélenchon ya trepaba al 7% y desplazaba a Bayrou (6%).
A fines de 2011, Bayrou remontaba y llegaba al 11%, lo cual coincidía con la baja de Hollande (entre 27% y 29%, es decir, una caída de hasta diez o 12 puntos porcentuales). Sarkozy ganaba unos votos (25%) y Le Pen comenzaba su declive (entre el 16% y 20%).
En enero de 2012, Bayrou lograría uno de sus mejores resultados (14%) y Mélenchon doblaba su rendimiento y llegaba al 8.5%. Sarkozy ya se adelantaba en unos siete puntos a Le Pen y Hollande se consolidaba en el primer lugar. Fue en este momento que las tendencias quedaron muy claras. La segunda vuelta sería, sin dudas, entre el candidato socialista y el actual presidente, alejando el fantasma (y el horror) de ver a un miembro de la familia Le Pen en balotaje (2002, año en el cual Jean-Marie Le Pen, padre de Marine, “humilló” a Lionel Jospin y lo dejó en tercer lugar).
Reflexiones previas a las presidenciales
- Nicolas Sarkozy ha podido mantenerse en carrera gracias a la crisis económica de la Unión Europea. A pesar de no tener grandes números, la economía francesa ha tenido una relativa estabilidad y eso es apreciado por el electorado.
- La fuerza de la ultraderecha ha comenzado a bajar y es muy probable que el día de la elección llegue a cerca del 15%. Por contrapartida, la izquierda podría aspirar al 11% o incluso 12%.
- Es evidente que François Hollande es el gran favorito para ganar las presidenciales.
- Los comicios presidenciales estuvieron muy marcados por la caída de Dominique Straus-Kahn, que era el natural candidato del socialismo. Sus problemas han hecho reflexionar a los votantes, pues ¿qué tipo de gobierno quiere?, ¿un socialismo burgués tipo DSK?, ¿una derecha “consecuente”, pero con tintes xenófobos? Difícil decisión.
- La inmigración ha sido un tema central en las campañas y no es casualidad que en el último tiempo Sarkozy comenzara a proponer fuertes medidas contra el flujo migratorio. Con esto, seguramente pretende sumar más votos en la primera vuelta y así “asustar” a los socialistas.
- Si bien la centroderecha y la derecha suman más del 50% de los votos, no se debe olvidar la debacle sufrida en las elecciones cantonales, en las cuales el UMP tuvo una dura y humillante derrota.
- En un momento en el cual los ciudadanos europeos han castigado a los gobiernos socialistas, por su mal manejo en cuestiones económicas, la caída de Nicolas Sarkozy podría significar muchas cosas. Entre ellas, que la crisis económica no es patrimonio del socialismo. También, que los franceses no sólo votan en función del dinero. Esto último sería un potente mensaje para Europa.
Raimundo Gregoire Delaunoy
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Fotografía: Nicolas Sarkozy (Licencia Creative Commons)