El discurso bolivariano, una de las máximas de la retórica del actual presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, al parecer, ha desaparecido de los medios de comunicación mundiales y regionales. ¿A qué se debe esto?, ¿es una simple foto de un momento de «low profile» en la revolución bolivariana?, ¿o simplemente es que los diversos actores internacionales, como también de la propia Venezuela, de que la “revolución” no era tal, y que estructuralmente no puede sostenerse en el largo plazo, derivada de sus mismas contradicciones? El presente artículo busca trabajar someramente con ambas hipótesis.
Hace aproximadamente una década atrás, la Revolución Bolivariana inundaba el espectro programático en la aún República de Venezuela, imbuida bajo el amparo de la elección del Presidente-Comandante Chávez. El programa era grandioso y la retórica total y absolutamente grandilocuente, avizorando un futuro mejor, fuera de los atávicas promesas de los “imperialistas” y “vende patrias” que, según el nuevo presidente, se “robaron el país por cerca de 60 años”.
Y la diferenciación del antiguo régimen fue rápida: emblemas “enchulados”, nueva Carta Magna y, por directa lógica, un reordenamiento político y administrativo del país. Pero tal vez lo más importante,: se imponía una lógica ideológica taxativa en los actos y acciones tanto del gobierno como del estado, es decir, se estaba en presencia de un proceso revolucionario pleno.
Lo anterior se vio respaldado por las acciones (y omisiones) de aquellos que no estaban de acuerdo con la revolución. Pero como bien dice el refrán “lo que no te mata, te hace más fuerte”, el frustrado golpe de estado del año 2002 le otorgó el lev motiv para profundizar la revolución y establecer un verdadero plan estratégico para la misma, al tiempo que se establecía de lleno la “cabeza de turco” de la revolución bolivariana: Estados Unidos y todos aquellos países que puedan figurar para el imaginario de la revolución como sus aliados, tanto reales como potenciales.
El modelo no se quedaba en la simple retórica, sino que también iba más allá. Las nacionalizaciones, el reordenamiento y cambio doctrinario de las FF.AA., la internacionalización del modelo revolucionario, el cambio de aliados estratégicos, la cooperación sobre la base de recursos naturales, e incluso mandar al diablo a diversos “connotados” de la política mundial, son una simple muestra de que el Comandante no hablaba por hablar. Él no era uno más de los varios mandatarios del país Sudamericano: era el líder de la revolución bolivariana.
¿Pero que ha sucedido? Este año 2010, y más específicamente en la segunda mitad del mismo, el Presidente-Comandante no se ha visto mucho en los medios de comunicación masivos, como en años inmediatamente anteriores ¿A qué se debe esto? Puede ser por dos factores. Uno, que simplemente la revolución se está tomando un break, o bien ese entretiempo no es tal, y el impulso revolucionario ha decaído. Veamos someramente ambas.
Si se analiza cualquier proceso que se ha autodenominado como revolucionario per se, como también cualquier proceso político donde sea el cambio el elemento rector del mismo, es posible observar que el mismo no presenta dentro de su evolución un constante comportamiento de cambio, sino que también de estabilización y posterior evaluación (o retroalimentación) por parte de los que son el principal objeto del proceso.
La anterior aseveración es posible evidenciarla desde la misma revolución bolchevique, pasando por Mao, e incluso por lo planteado por Fidel Castro y Velasco Alvarado en Cuba y Perú respectivamente. Pero cuidado. Muchas veces esa retroalimentación significó, en el mejor de los casos, replantear los postulados que sustentaban la revolución, para ampliarla, mejorarla, mantenerla y hacerla sustentable en el tiempo; o bien dio como resultado la destrucción misma del proceso. Siendo así, y considerando algunas de las políticas implantadas por la revolución, algunas de las cuales ya fueron mencionadas, el actual momento seria solamente para “tomar un respiro”.
Desde la otra vereda, es posible decantar que los sucesos ocurridos tanto en la misma Venezuela como en su entorno vecinal y paravecinal, demostrarían que el proceso revolucionario se encuentra en su fase final. Ejemplo de ello es la actual relación con Colombia, el reordenamiento electoral de la oposición en Venezuela, el manejo microeconómico del país…e incluso el mismo discurso del Presidente-Comandante, son signos de que algo no está como en años anteriores. Venezuela cambió, y también su entorno.
Apreciemos entonces este fenómeno de la siguiente manera. ¿Es posible hoy hablar de una revolución bolivariana a nivel continental? ¿Se ha escuchado en el último tiempo en los discursos oficiales de los mandatarios sudamericanos, la sigla ALBA? ¿Y en qué quedo el proyecto del Gasoducto del Sur? Ciertamente, la revolución bolivariana, tanto en Venezuela, pero principalmente en su expansión a Sudamérica, ha perdido impulso. Pero las anteriores interrogantes no resuelven estructuralmente la pregunta principal: ¿a dónde se fue Bolívar?
El prócer no se ha movido de su tumba. Simplemente los fantasmas (o el fantasma) que rodean su figura han comenzado a ser más reales de lo que parecían, y sus sueños a ser simplemente eso…sueños. De lo anterior me surge inmediatamente una interrogante que la he planteado en diversas conversaciones académicas, y que considero vital de responder en el contexto de una “revolución” como señala el discurso: “¿Es posible mantener la revolución bolivariana sin Chávez?” La respuesta es materia para otro día.