Desde la salida del sol de hoy, los musulmanes marroquíes han iniciado el ayuno correspondiente al mes sagrado del Islam. Es así que por las calles de Tánger se pueden apreciar cambios, ya que durante el día se cierran algunos locales comerciales, mientras que la gente también modifica sus actividades.
Quizás lo más duro sea el hecho que el Ramadán de 2010 tendrá lugar en pleno verano, lo cual hace que para la gente sea muy difícil aguantar el ayuno en medio de temperaturas que fácilmente pueden superar los 40 grados.
A modo de demostración, ayer hubo 39ºC en Tánger, 44º en Marrakesh, 41º en Rabat, 37º en Casablanca y 40º en Fez. Es por eso que este año las condiciones climáticas harán bastante cuesta arriba la celebración del Ramadán.
Sin embargo, la población musulmana de Marruecos (cercana al 99% del total, según datos oficiales, pero porcentaje menor de acuerdo a lo visto en terreno) no encuentra excusas y cumple con uno de los cinco pilares fundamentales del Islam, que es el ayuno durante Ramadán.
Es así que mujeres y hombres, de diversas edades, dejarán de tomar líquido y comer, pero tampoco tendrán sexo, ni fumarán durante las cerca de 13 horas que separan la salida de la puesta del sol.
Las únicas excepciones son personas con características especiales. Por ejemplo, las embarazadas, los ancianos, los enfermos, mujeres que estén en el período menstrual y las niñas y los niños. En algunos países musulmanes se permite que ciertos trabajadores puedan tomar agua, debido a que realizan labores a pleno sol.
Si bien el Ramadán se inicia con el primer ayuno, se puede apreciar un ambiente especial en los días previos. Los mercados se llenan con más personas de lo normal y los precios de ciertos productos aumentan bastante. La gente se toma muy en serio este mes y lo comentan con los extranjeros que se acercan a preguntarle sobre el Ramadán.
Luego, en la primera jornada de ayuno, se ve menos gente caminando por las calles, muchos negocios cierran o abren más tarde –especialmente aquellos como cafés y restaurants- y el ritmo de la ciudad se va acelerando en la medida que se acerca el momento de la puesta del sol.
Una vez que se va la luz solar, comienza una nueva etapa, en la cual las familias se reúnen (muchas veces invitando amigos y cercanos), para así preparar una abundante comida. En torno a los alimentos -de los cuales destacan la harira (una exquisita sopa), los dátiles, la leche y pasteles- se genera una instancia de conversación y generosidad. Las personas se acercan y comparten mucho, celebrando y agradeciendo a la vida.
Y así, luego de eso, la sociedad marroquí retoma las actividades cotidianas, pudiendo tomar líquido, fumar, tener sexo o comer lo que quieran. En la parte final de la jornada nocturna, mucha gente decide salir a pasear por las calles, ir a tomar un helado o ir a una plaza de juegos.
La vida se prolonga hasta más tarde de lo común, hasta que al dormirse se prepara un nuevo día de ayuno. Y así, durante todo el Ramadán, que finalizará el próximo 10 de septiembre. Siempre con un gran sentido espiritual y recordando que este mes sagrado es mucho más que el ayuno.
Se trata de purificar el cuerpo, de compartir con los demás, de ponerse en el lugar de aquellos que diariamente luchan para poder comer o tomar y, finalmente, de acercarse más a sus convicciones y creencias religiosas.
Raimundo Gregoire Delaunoy
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@Ratopado
Fotografía: Raimundo Gregoire Delaunoy